Como cierre del Mes de la Solidaridad, distintas organizaciones sociales y de Iglesia, realizaron un gesto de justicia, paz y solidaridad, en las afueras del centro carcelario ubicado en la comuna de San Miguel. Las internas se hicieron participes y por los barrotes de sus celdas se expresaron con pequeńas pancartas y pańuelos blancos.
Familiares de las 81 víctimas del incendio de la cárcel de San Miguel del año 2010, jóvenes, voluntarios de organizaciones sociales y distintas personas, llegaron esta mañana para “abrazar” el recinto carcelario. Fueron más de 500 personas las que se congregaron para vivir un momento de esperanza.
La actividad organizada por 10 instituciones, entre ellas la Vicaria de la Pastoral Social Caritas del Arzobispado de Santiago, tenía por objetivo realizar un gesto de justicia, paz y solidaridad, todo esto enmarcado en el mes donde recordamos el legado de San Alberto Hurtado.
“Esta fue una gran invitación a la solidaridad y a la toma de conciencia. Tenemos que ser más inclusivos, poner nuestra mirada en los hermanos y hermanas que más sufren. Las personas que están tras las rejas son rostros nuestros, nos representan a todos nosotros como sociedad. Este abrazo quiere decir que nos hacemos cargo, que tomamos conciencia y reconocemos esta realidad, no solo de palabra, sino que nos movilizamos para que haya más justicia, fraternidad y dignidad dentro de las cárceles de Chile”, dijo el Obispo Auxiliar de Santiago y Vicario de la Pastoral Social Caritas, Mons. Jorge Concha.
Además, entregó detalles sobre un área de esta realidad que preocupa mucho a la iglesia. “La situación de los niños y las familias de quienes están privados de libertad es preocupante. Ellos sufren desintegración, abandono, destrucción de sus vidas psicológicas, de salud y familiares”.
El masivo encuentro que comenzó con una motivación del capellán del Hogar de Cristo, padre Pablo Walker SJ, se extendió por más de dos horas, donde además del gran abrazo a la cárcel diferentes expresiones artistas demostraron su apoyo a la causa.
“Este es un gesto de denuncia que nace de la rebeldía de la fe que es innovación desde el sentido más radical de la palabra. El Padre Hurtado decía que el mundo debe ser rehecho, para poner como interés prioritario, la dignidad intransable de todo ser humano. Las cárceles son un monumento a la criminalización de la pobreza”, dijo el sacerdote jesuita.
Las internas que cumplen reclusión al interior de la cárcel de San Miguel se mostraron emocionadas con la actividad, y a través de los barrotes de sus celdas, se expresaron con pequeños letreros y pañuelos blancos.
El Papa Francisco siempre ha estado preocupado de este problema que no solo afecta a nuestro país, sino que al mundo entero. “Expresamente el Papa ha querido visitar una cárcel en su visita a nuestro país en enero próximo, y no lo hará a una cárcel cualquiera, irá a la de mujeres. Estar privado de libertad y con todos los sufrimientos y limitaciones que esto trae, es complejo, más aún para las mujeres, sus hijos y las nuevas generaciones”, agregó el obispo Concha.
La voz de los participantes
Gloria Oyarzun andaba con una polera y una imagen de su hijo. Fue una de las víctimas del incendio del año 2010. Muy emocionada comentó lo difícil que ha sido su vida desde aquel día y agradeció este gran gesto. “Esto es muy positivo para todas las familias de los que perdimos a nuestra gente y también para las que tienen a gente que está en la cárcel. Esto fue un daño muy tremendo para nosotros y sobre todo para mí como mamá que todavía no he podido olvidar, se destruyó toda mi familia, no hay olvido. Ojalá estas actividades ayuden para que la sociedad no se olvide de los niños que quedaron abandonados y que ojalá se haga justicia algún día”, comentó entre lágrimas.
Paulo Álvarez vive en la población La Legua y junto a un grupo de vecinos también quiso estar presente. “El participar de esta actividad tiene un sentido conmemorativo y también de interpelación humana, afectiva y política. De alguna manera estos 81 rostros son de un país que parece no encontrarse en lo vital. Ojalá que estos rostros nos empujen a vincularnos más como sociedad”.
Por su parte Paula Altamirano de 28 años, también quiso estar presente, si bien no tiene ningún vínculo con algún familiar, le preocupa la realidad carcelaria de nuestro país. “Este gesto es muy relevante más haya de todas las cosas que se están haciendo constantemente. La población privada de libertad es una población muy vulnerada y además muy vulnerable debido a que hoy sus derechos no son oídos. A la sociedad y a las autoridades parece no importarles estas personas, por lo tanto, lo que se hizo hoy esperamos que sirva como llamado de atención”.
Las instituciones organizadoras de la actividad fueron: Vicaria de Pastoral Social Caritas del Arzobispado de Santiago, Hogar de Cristo, CVX, 81 razones, Leasur, Comité Lucina Godoy, GRAP, CUI, CONFAPRECC Y OSP.