«Están ahí, en la frontera, porque hay muchas puertas y corazones cerrados”, Papa Francisco, 16 marzo 2016
Desde el año 2001, cada 20 de junio la comunidad internacional nos invita a centrar la mirada en las situaciones de vida que enfrentan millones de hombres mujeres niños, niñas, jóvenes que han debido huir debido a persecuciones, conflictos armados, violencia, violaciones a sus derechos humanos. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para el Refugio (ACNUR) durante el año 2023 unos 110 millones de personas en todo el mundo fueron desplazadas de sus hogares por la fuerza.
En este contexto, la Iglesia no sólo ha desempeñado un rol importante en la acogida y apoyo de los refugiados alrededor del mundo, sino que se ha comprometido desde sus fundamentos, a través de la Doctrina Social de la Iglesia, con la “dignidad de la persona” que está detrás de esta condición de desplazamiento, particularmente interpelando con fuerza a los Estados para que asuman la responsabilidad que les compete para evitar estas catástrofes. El Papa Francisco en Fratelli Tutti expresaba: “La verdadera calidad de los distintos países del mundo se mide por esta capacidad de pensar no solo como país, sino también como familia humana, y esto se prueba especialmente en las épocas críticas. [...] Sólo una cultura social y política que incorpore la acogida gratuita podrá tener futuro”. Por otra parte, Francisco llama a los cristianos a acoger, acompañar, promover e integrar a los migrantes, y son justamente estos 4 verbos los que han guiado el accionar de la “Red Integral de Acompañamiento para la Integración de Refugiados y Personas en Necesidad de Protección Internacional” que implementa la Vicaría a través de la Dirección de Intervención Directa, y en colaboración con ACNUR.
Las personas a las que acogemos diariamente en Santa Mónica no solo nos permiten conocer el cansancio de las largas y peligrosas rutas que han hecho, de los efectos del frio y el hambre, de la desesperanza frente al incumplimiento de los compromisos de protección de los Estados, del miedo por el bienestar de sus hijos o familias, también nos dan signos de vida cuando nos comparten sus esfuerzos, sus sueños, su capacidad de resiliencia, sus potencialidades, sus saberes. A través de la implementación de la red y desde un enfoque intercultural, hemos podido promover procesos de integración local través de la vinculación con las redes locales y de protección social, acompañamiento psicológico, orientación jurídica, promoción y fortalecimiento de los medios de vida, por medio de la formación, capacitación, validación de títulos, empleabilidad, aprendizaje de la lengua, además de otorgar una respuesta de emergencia en materia habitacional
Desde 1914 la Iglesia conmemora la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado, este año será el 29 de septiembre y el Papa Francisco nos convoca bajo el lema “Dios Camina con su Pueblo”, un lema que desde nuestras convicciones y experiencia nos hace mucho sentido, porque somos testigos de la presencia de Cristo en la fuerza, entereza, confianza y fe con que nuestros hermanos y hermanas refugiadas caminan, sobrellevando dificultades incluso de sobrevivencia, buena nueva que estamos llamados a anunciar, para seguir evangelizando desde la promoción del desarrollo humano y la justicia social
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