La actividad se realizó la mañana del sábado en la sede de la Vicaría y contó con la participación de cincuenta agentes pastorales, pertenecientes a distintas comunidades parroquiales de la arquidiócesis, dispuestos a aprender y compartir experiencias.
La Escuela de Orientadores Sociales Parroquiales ofrece a los interlocutores dos niveles de formación. El nivel de Habilitación inicial tiene por objetivo generar un espacio de formación para agentes pastorales, que favorezca el desarrollo de habilidades y adquisición de herramientas para el servicio de orientador (a) Social, posibilitando la observación, análisis y respuesta de las necesidades de atención social de su territorio o comunidad parroquial.
Para quienes ya desarrollan este rol en las comunidades parroquiales está el proceso de Profundización, en el cual encontrarán conocimientos homologables, buscando dar nuevas herramientas en la co-construcción de un servicio pastoral que responda a las nuevas necesidades en el cuidado de los agentes pastorales y la vinculación con redes de apoyo social.
Esta instancia es una forma de relevar el papel de los orientadores al interior de las parroquias, como lugar de encuentro y solidaridad entre las personas.
“El Papa Juan XXIII definía la parroquia coma fuente a la cual el pueblo iba a buscar el agua y a compartir la vida, y hoy, en medio de nuestra ciudad, la parroquia sigue siendo hoy un lugar de encuentro y familiaridad, acogida escucha y solidaridad, por eso los y las orientadoras sociales tienen una importante labor de cuidar esta cultura solidaria. Esta formación les permitirá profundizar aún mucho más en esta labor y apoyar a quienes están partiendo en este servicio a descubrir la maravilla de la solidaridad”, expresa el Padre Andrés Moro, Vicario de la Pastoral Social y de los Trabajadores.
Las expectativas de los interlocutores:
Marta Cortés, de la capilla Familia de Nazaret de la zona oriente, es coordinadora de un grupo de acción social que mensualmente sale a entregar compartir comida en las noches. Junto a su grupo comparte con las personas que se encuentran en las cercanías del Hospital Sótero de Río, estación metro Macul y Pedrero. “Con este curso quiero aprender más sobre lo social porque tenemos que tener un apoyo para hacer este servicio y ayudar de mejor manera a las personas. Aquí quiero encontrar herramientas que nos sirvan y luego para compartirlas en mi capilla. Hasta ahora lo que más me ha llamado la atención en la escuela es descubrir que ser católico no significa estar encerrado en el templo, ahora se proyecta que salgamos”, expresó.
Alejandra Monsalve trabaja en la pastoral de migrantes de la parroquia San Saturnino en el Barrio Yungay. “Con esta escuela quiero aprender lo que significa el área social de una parroquia, qué involucra, saber cómo orientar a una persona que requiere una ayuda específica. Como cristianos tenemos que tener una voz, informarnos de los temas, prepararnos para dar respuesta a los temas en nuestra catequesis”, indicó.
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