Una de cada 113 personas ha sido obligada a huir de su hogar a causa de la guerra o la persecución. No son solo números, son personas reales con sueños para sus familias. Detrás de las estadísticas hay niños que quieren ir a la escuela pero que no pueden, y madres que se preguntan si sus hijos e hijas siguen con vida, y padres que no saben cómo mantener a sus familias y asegurarles un futuro.
En el marco del día mundial del refugiado, cabe recordar el mensaje del Papa Francisco, en el que invita a “dar la bienvenida, para proteger, promover e integrar” a los refugiados, quienes salen de su lugar de origen en busca de paz, seguridad y oportunidades.
“Siento la necesidad de expresar especial preocupación por la naturaleza forzada de muchos movimientos migratorios contemporáneos, lo que aumenta los desafíos que se presentan a la comunidad política, a la sociedad civil y a la Iglesia” parte del discurso del Obispo de Roma a los participantes en el foro internacional sobre Migraciones y Paz.
En este sentido, Caritas, la caricia de la Iglesia Católica a su pueblo, ha realizado diversas acciones en torno a la acogida de los refugiados en diversas partes del mundo. Campamentos, atención médica y alimentaria, ropa, apoyo psicológico son sólo algunas de las tareas que Caritas implementa, por ejemplo, en países de Medio Oriente y África.
En una declaración ecuménica, Caritas Internationalis señala que: "Mujeres, hombres y niños de todo el mundo se ven obligados a abandonar sus hogares por la violencia, la persecución, los desastres naturales y los provocados por el hombre, el hambre y muchos otros factores. Su deseo por escapar al sufrimiento es más fuerte que las barreras que se alzan bloqueando su camino. La oposición de algunos países a la migración de los desplazados forzosos no podrá impedir que aquellos que padecen un sufrimiento insoportable abandonen sus hogares.
Los países ricos no pueden eludir su responsabilidad por las heridas que han infligido al planeta – desastres medioambientales, comercio de armas, desigualdad en el desarrollo – y que son las que provocan la migración forzosa y el tráfico de personas. Aunque la llegada de los migrantes a los países desarrollados puede suponer ciertamente un reto real e importante, también puede ofrecer una oportunidad para el cambio y la apertura. El Papa Francisco nos plantea esta pregunta: "¿Qué podemos hacer para ver estos cambios no como obstáculos para el verdadero desarrollo, sino como oportunidades para un genuino crecimiento humano, social y espiritual?". Las sociedades que encuentran el coraje y la visión de futuro necesarios para superar el miedo a los extranjeros y los migrantes descubren muy rápido la riqueza que traen y que siempre han traído consigo.
Si, como familia humana que somos, insistimos en ver a los refugiados solamente como una carga, nos estamos privando de oportunidades de solidaridad, que son siempre oportunidades de aprendizaje, de enriquecimiento y crecimiento mutuo".
La organización agrega que: "Con el desarrollo de nuevos marcos internacionales como el Pacto Mundial sobre los refugiados y los migrantes en 2018, los estados no solo deberán garantizar una forma más eficaz de compartir la responsabilidad frente a los grandes movimientos migratorios, sino que deberán asumir también la oportunidad de reconocer y poner de relieve las importantes aportaciones que hacen los refugiados y los migrantes a sus comunidades de acogida, para convertir la verdadera solidaridad en una experiencia real para quienes buscan protección y para quienes la ofrecen cumpliendo con sus obligaciones".
Además, Caritas buscar crear conciencia en la población sobre la realidad de los refugiados y migrantes, mediante la campaña "Compartiendo el Viaje" (Share the Journey), la cual dará inició en septiembre de 2017 y tendrá una duración de dos años. Dicha acción responde la petición del Papa Francisco para promover “la cultura del encuentro”.
Fuente:Comunicaciones Pastoral Social Caritas
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