Durante el año 2017 y a través de cuatro programas -Abriendo Caminos, Rehaciendo Vínculos, Opción por la Vida y Empleabilidad para Familias de Niños Trabajadores- que se encargan de acompañar las realidades de vulnerabilidad, la Pastoral Social Caritas benefició a 4.128 personas, las cuales forman parte de las 1.032 familias abordadas.
La privación de libertad del padre o la madre es una de estas realidades. Los efectos que trae esta condición para el núcleo familiar son abordados desde los programas Rehaciendo Vínculos, que brinda acompañamiento a hijos de personas privadas de libertad y a sus familias, y Abriendo Caminos, que acompaña a mujeres privadas de libertad y a sus hijos promoviendo el apego para evitar con ello conductas delictivas a futuro. “Ambos buscan aportar a fortalecer los lazos de las familias en donde uno de sus miembros está privado de libertad, trabajando los efectos de la “prisionización”, tanto en las personas privadas de libertad como en sus familias”, explica Norma Villanueva, coordinadora de los programas de cárcel de la Vicaría de Pastoral Social Caritas.
“Los programas de cárcel de la Vicaría Pastoral Social Caritas aportan al desarrollo del vínculo familiar, considerando que la familia es el vínculo primario de toda persona y entendiendo por familia las personas significativas, ya sea por consanguineidad o no. Es fundamental desarrollar herramientas personales y familiares que aporten a la comunicación, al buen trato, a poder resignificar los roles en virtud de las circunstancias, por ejemplo, ante la privación de libertad de alguno de sus miembros, porque la familia debe ser flexible a sus trayectorias de vida”, expresa Norma.
El desarrollo de estas herramientas, familiares y personales son trabajadas con los niños, con las personas que están al cuidado de ellos. Y en el caso del programa Rehaciendo Vínculos, se trabaja directamente con la mujer privada de libertad, así como también a través de espacios donde confluyen estas tres figuras. Mediante conserjerías individuales, espacios grupales, encuentros protegidos para el encuentro de los hijos con sus madres y acompañamiento especializado que realizan profesionales de trato directo en su mayoría sicólogos y trabajadores sociales.
El resultado de estas acciones “permite afirmar que cuando se trabaja de manera conjunta con los niños, cuidadores y personas privadas de libertad, se logran resultados mucho más sólidos que cuando de hace un trabajo de forma separada”, explica Norma Villanueva.
Familias jóvenes Convertirse en madre o padre siendo adolescente es un proceso que también es acompañado desde la Vicaría. Actualmente su programa Opción por la vida, Apoyo a la maternidad y paternidad adolescente realiza esta labor con jóvenes cuyas edades fluctúan entre los 11 y 19 años, cuando se encuentran en etapa gestación de un hijo o éste ya ha nacido.
Marco Zepeda tiene 18 años y hace dos que participa del programa junto a su pareja y ambos continúan estudiando en el colegio. “El programa me ha servido harto, nos han entregado herramientas para enfrentar problemas y dificultades que se nos presentan con nuestros hijos y en la vida, herramientas para superarlos y no quedarse estancado. Nos dan un apoyo emocional y participamos de actividades en que se fomenta ser buenos padres y el bien de nuestros hijos”.
Entre las herramientas recibidas Marco destaca la paciencia, el respeto, tener conciencia de los actos y sus consecuencias. “En mi futuro quiero estar feliz con mi familia”, expresa.
El apoyo no es sólo a los jóvenes, sino también a sus familias, aspecto fundamental para que los nuevos padres y madres puedan continuar con su proyecto de vida.
Ninguna familia está preparada para que sus hijos, a temprana edad, sean padres o madres, y necesitan ser orientadas en este cambio. “Cuando la maternidad o paternidad de los jóvenes ocurre a más temprana edad, el apoyo a la familia es mucho más esperado, porque está con un alto grado de desorientación, debido a que es una situación inesperada. Ninguna familia piensa que su hijo o hija va a ser papá o mamá antes de los 15 años”, explica Maribel Gálvez, coordinadora del programa Opción por la vida, apoyo a la maternidad y paternidad adolescente.
El programa acompaña al adulto responsable de los jóvenes, orientándoles acerca de la acogida y la guía que se le puede brindar a su hijo para que desarrolle una responsabilidad a temprana edad, que es ser papá o mamá. “Cuando hay una vida de por medio, tenemos que facilitar que las familias y las familias en formación, como es la de los jóvenes, se hagan responsables de esa opción por la vida”, dice la coordinadora.
Para Génesis Espinoza, de 19 años, lo más difícil de ser joven madre fue seguir sus estudios y dejar a su hija en la casa. Junto a su pareja han sido parte del programa y la experiencia ha sido muy positiva. “Con el programa supimos que podíamos contar con más gente que estaba pasando por lo mismo, nos permitió saber que contábamos con redes de apoyo como la municipalidad, el consultorio y la misma familia era una red”.
En su caso, fue su mamá quien se involucró en el programa, “ella tampoco sabía algunas cosas. A mí me encanta que participe, sé que puedo contar con su apoyo y que ella participe junto a mí en algo tan importante como ser mamá adolescente es espectacular”. Génesis terminó cuarto medio y hoy su sueño es encontrar trabajo, “espero poder dar a mi hija lo que ella necesita”.
La orientación permite activar las habilidades del abuelo joven y de la abuela joven. “Se apoya sobre cómo acompañar a este hijo o hija, respecto de que la paternidad o maternidad temprana no te quiebra el proyecto de vida, que éste sigue, pero de manera distinta”, dice Maribel. En ese contexto, el tema educacional debe continuar, explica, “porque de todas maneras la escuela sigue siendo un espacio de protección y se motiva para que en el caso que la joven continúe sus estudios se pueda articular este rol de joven-madre-estudiante o joven-padre-estudiante”.
Erradicar el trabajo infantil
Facilitar el mejoramiento de las condiciones socioeconómicas de las familias y así contribuir a la erradicación del trabajo infantil es otra manera de apoyar a las familias. “El programa Empleabilidad Familias, Niños, Niñas y Adolescentes NNAts pretende ser un apoyo concreto a las familias y una estrategia para la erradicación del trabajo infantil.
Tomando en cuenta que la realidad de este fenómeno es compleja y de múltiples causales, entre las cuales se encuentra la precariedad laboral de las familias, este programa busca aportar a la empleabilidad dependiente de adultos significativos de niños, niñas, y adolescentes trabajadores”, precisa Mónica Ruiz, coordinadora del programa.
En este contexto, los adultos reciben capacitación en oficios y en la sensibilización sobre el trabajo infantil, capacitación en habilidades blandas o competencias esenciales. “Con estas herramientas permiten una correcta inserción laboral a las familias. El acceso a un empleo y el acompañamiento constante del equipo facilita el mejoramiento de las condiciones socioeconómicas de las familias además de dar respuesta a un conjunto de situaciones que ellas van enfrentando día a día”, expresa Mónica.
Fuente: www.iglesiadesantiago.cl
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