Sobre la celebración, el arzobispo señaló: “Quiero agradecer a estos hermanos y hermanas que están en situación de calle que hayan acogido la invitación que desde la Iglesia de Santiago les hicimos para celebrar el Año de la Misericordia en la Catedral en este Mes de la Solidaridad, el día después que hemos celebrado la fiesta de San Alberto Hurtado. Como han visto, las expresiones de cariño de afecto de la gente de la calle son muy consoladoras. Yo estoy profundamente emocionado al ver la respuesta de estos hermanos que encuentran en un gesto sencillo de la Iglesia –que se repite todas las mañanas, todas las horas de almuerzo y en la tarde en muchas comunidades- el cariño de Dios. Les invité a tender su mano hacia el Padre Dios, seguro que el llena nuestro vacío y nuestra pobreza con su amor. Que este gesto ojalá se multiplique en todas las comunidades cristianas y en la vida social de Chile. Los pobres son nuestros hermanos y necesitan ser atendidos con dignidad”.
Agregó: “Yo creo que en nuestra sociedad, en donde el individualismo pareciera imperar, donde pareciera que el interés personal fuera lo único que es valiente y valioso, nosotros queremos decir que lo que verdaderamente construye la felicidad es compartir la vida como un don, en lo que podamos compartirla en el día a día”.
Una actividad que comenzó con las visitas de los obispos auxiliares de la arquidiócesis y el propio cardenal, a comedores y albergues de la Iglesia Católica, durante los días previos, para invitar personalmente a quienes están en situación de calle.
La jornada estuvo marcada por cantos y dinámicas que dieron la bienvenida a las personas que llegaban al templo a recibir la bendición del arzobispo y luego cruzar la puerta santa para compartir una comida fraterna.
Además se reconoció la labor de cientos de agentes pastorales de diversas parroquias e iniciativas católicas que han hecho de su vida un servicio en torno a los más pobres y excluidos de la sociedad chilena.
Al finalizar el encuentro, los asistentes recibieron los kits de abrigo y aseo que fueron donados y entregados por los colaboradores del arzobispado, para apoyar la iniciativa solidaria, como muestra de cariño y afecto hacia los más necesitados.
Las voces de los protagonistas:
Beto describió la actividad como un momento para visibilizar su situación: “Fue una actividad muy linda porque así la gente de la calle no sufre tanto. En la calle uno lo pasa mal con el frío, con el viento, con el hambre. Los que vivimos en la calle no tenemos nada, entonces es importante que otras personas nos apoyen, más ahora cuando es en la casa de Dios. Fue todo muy lindo, jamás lo olvidaré, el de arriba siempre nos da todo”.
Para Linsay, la instancia ayudó para sentirse más cerca de Dios: “Estuvo muy bien la fiesta, lo pasé genial y por un momento me sirvió para olvidarme de todo. Agradezco de todo corazón a los organizadores sobre todo por el lugar, agradezco a diosito por todo lo vivido”.
Fuente: Comunicaciones Santiago
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