“El cristianismo, en sus fundamentos, es el mensaje de la divinización del hombre, de su liberación del pecado, de su vuelta a la gracia, a la adquisición del título y realidad de hijo de Dios” (Alberto Hurtado).
A pesar de que estas fechas se asocian a regalos materiales, hay un regalo mucho más grande y valioso que rememoramos en estas fechas y que con ansias podemos pedir en nuestro corazón, que es la presencia de Dios vivo en nuestra vida, que pueda renacer en nuestro interior y se actualise en nuestra vida. No es solo un Dios con una presencia terrenal acotada, que apareció hace más de 2000 años, nació, vivió, murió, resucitó y se fue a los cielos, y desde allá lejos nos ve… No, vivió y resucitó, pero no se fue lejos, sino que está presente día a día en nuestra vida, tiene una presencia actual.
Desde lo anterior, podemos profundizar sobre la Navidad como un acontecimiento especial, donde recordamos que Dios se hizo hombre, tomando nuestra naturaleza humana, desde la fragilidad de los primeros días de recién nacido, se dejó cuidar y criar por la Virgen María y San José, vivió a través de esta naturaleza en el mundo terreno para abrirnos las puertas al cielo, salvarnos del pecado y la muerte, por eso con alegría podemos exclamar ¡nos “ha nacido un salvador”! (Lucas 2, 11). Él es un regalo para nuestras vidas, aunque a veces nos cuesta verlo, está con nosotros todos los días. Se manifiesta de diferentes maneras, en la palabra consoladora que recibes o brindas a quien está pasando un momento sumamente desfavorecido, en la bondad con que actúas con quién se te acerca, en el cariño dado y recibido de otros, en su palabra en la Biblia, en la oración, en la eucaristía. Si no lo has visto y lo deseas, puedes pedir la gracia de percibirlo y encontrarlo con mayor fuerza. Así, Él mismo lo prometió: “... yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo” (Mateo 28, 20).
Por lo pronto, hemos sido testigos en los días previos a Navidad que es fácil dejarse envolver por una ola de estrés, transitando por calles con gente que quiere encontrar un regalo a toda costa para algún ser querido ¿Realmente ese es el significado al cual queremos reducir a la Navidad? Puede ser un momento de ir a “contracorriente”, de intentar vivir y promover el verdadero sentido de la Navidad que emana de Jesús hecho niño, acostado en la pobreza de un pesebre.
Por otra parte, vemos en nuestros programa a personas que apenas tienen recursos para vivir, despojados de todo por las condiciones de vida que están enfrentando, y en especial las personas migrantes, lejos de su patria y de los suyos, desde una pobreza similar a la que vivió la Sagrada Familia, que tuvo que salir de su tierra y no tenían un lugar con las comodidades suficiente para el nacimiento de su hijo, que más tarde también tuvieron que huir porque estaban en peligro de muerte. En estos momentos somos una mano amiga para las familias que vienen a nosotros. Y si lo tratamos de mirar desde otros ojos, hay un misterio grande: ellos son Cristo necesitado y a su vez nosotros nos volvemos Cristo a través de nuestras manos al apoyarles desde nuestro trabajo.
Por este motivo, nosotros podemos desearnos unos a otros una muy Feliz Navidad.
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