Es primera vez, en sus 23 años de sacerdocio, que asume la tarea de ser vicario. Su nombramiento fue una noticia que recibió “con temor y temblor”, una misión que ha comenzado a vivir convencido de que el centro de este servicio es ser instrumento de Dios para que las personas experimenten el amor y compañía del Señor, especialmente en aquellas realidades de dolor.
“Ser representante del obispo en un espacio como la Vicaría de Pastoral Social Caritas, que está llamada a animar la caridad en la iglesia, en la vicaría más grande en el Arzobispado de Santiago, tiene un doble desafío. El de trabajar con muchos proyectos en realidades concretas, con dolores concretos y acercarnos a esos dolores que hoy existen en la sociedad para poner allì el amor, sin derrumbarnos ni desanimarnos. No somos salvadores del mundo, pero sí estamos para acompañar”, explica el nuevo vicario.
Su servicio como párroco en las parroquias San Gabriel, en la comuna de Lo Prado, Nuestra Señora de Las Mercedes y la Transfiguración del Señor, en Puente Alto le han permitido conocer esos dolores y vulnerabilidades sociales que merman la vida de muchas personas a diario. “Frente a las emergencias debe haber siempre una respuesta y la vicaría está llamada a dar esa respuesta de emergencia y no permanente porque debiera ser la sociedad la que haga propia esa realidad, asumir esas problemáticas en el mediano y largo plazo con una respuesta institucional”.
Una de las problemáticas que identifica como una necesidad urgente de afrontar es la droga y narcocultura. “En algún momento debemos dar elementos para enfrentar esta emergencia. La cantidad de gente afectada por la droga es mucha, no solo los consumidores y vendedores sino también los entornos. En ese ambiente el valor de la vida es cero. Es una realidad que como sociedad no se ha estado abarcando, que en algún momento tenemos que abordar y transformar”.
En estas últimas semanas el nuevo vicario ha podido ir conociendo, poco a poco, algunos equipos de trabajo y programas. “Mi mensaje a los trabajadores y trabajadoras es a sabernos instrumentos de Dios. Quien puede cambiar todo es Él, estemos conscientes que somos sus instrumentos para que ese amor, cariño y acogida llegue a todos especialmente a los que más sufren”.
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