Estamos viviendo tiempos complejos a partir de esta emergencia sanitaria, la que sabemos está generando un crisis económica y social, probablemente, no vista en décadas. La pandemia ha vislumbrado lo precario de nuestra sociedad en términos sociales, situación de la que ya fuimos conscientes a partir del 18 de octubre. Con todo, cada vez más son las familias que no tienen ni siquiera cómo alimentarse y ésta, lamentablemente, es una realidad que se mantendrá durante meses.
Como Vicaría, desde finales de marzo, comenzamos a dar respuesta a esta emergencia, centrando nuestros esfuerzos en lo que en ayuda humanitaria se denomina Seguridad Alimentaria. A lo largo de estos meses, son 3 las líneas de trabajo que estamos implementando desde el Área de Pastoral Social Territorial en favor de las familias más afectadas por la crisis.
La primera de ellas, ha sido la entrega de cajas de mercadería a grupos familiares, diseñadas a partir del estándar Esfera y que apoyan, en promedio, la alimentación de un mes, dependiendo de sus integrantes. Estas familias son identificadas por las parroquias de la Arquidiócesis y las cajas son distribuidas por sus voluntarios, por lo tanto, hay que entenderlas como un complemento a las canastas que entregan los grupos de ayuda fraterna, quienes desde el origen de la pandemia se vieron con dificultades para reunir alimentos y responder a la demanda creciente en este contexto. Ya hemos entregado más de 3.100 cajas desde la Vicaría, todo gracias a los fondos reunidos en la campaña #ContigoHermano.
También desde un inicio, nos propusimos apoyar a los comedores solidarios existentes en la Arquidiócesis, quienes permanentemente entregan raciones de alimentos preparados a personas en situación de calle, adultos mayores, migrantes y familias vulnerables. A partir de la emergencia sanitaria, comenzaron a tener dificultades económicas y logísticas para mantener su funcionamiento, pero, sobre todo, una creciente demanda de nuevos comensales. De esta forma, hemos entregado aportes económicos para la compra de alimentos, insumos y productos de higiene, así también hemos facilitado artículos de protección para sus voluntarios. Recientemente recibimos una importante donación para apoyarlos durante tres meses con los alimentos necesarios para su funcionamiento. A la fecha, son 37 los comedores activos y esperamos que se sigan sumando más.
La tercera iniciativa y la más reciente, es la ayuda en alimentos no perecibles a diversas ollas comunes que existen en la ciudad, las que no necesariamente están vinculadas a comunidades eclesiales, sino a distintas organizaciones civiles, juntas de vecinos, colectivos, pobladores, etc. Este trabajo se fortaleció con una alianza con Copec y sus concesionarios, quienes a partir de una campaña interna aportaron con un stock de alimentos a 100 ollas comunes identificadas por la Vicaría, equivalentes a 40.000 raciones en total. Al día de hoy nos hemos vinculado con más de 150 ollas comunes prestando algún tipo de apoyo.
Todas estas iniciativas son gracias a miles de voluntarios y voluntarias que en las parroquias y territorios entregan su tiempo, cariño y dedicación para ayudar a los más necesitados de su entorno. Sin ellos esto no sería posible, por eso que nuestras acciones están basadas en el protagonismo de las comunidades, en la importancia de su organización y la reconstrucción del tejido social.
Entendemos que nuestro apoyo es solo un complemento a la autogestión de los grupos que, desde una convicción de fe y preocupación por sus hermanos, hacen frente a este escenario tan complejo con amor al prójimo, unidad y solidaridad.
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