Maylin se transformó en una de los cinco millones de personas que han tenido que salir de Venezuela en busca de seguridad y un futuro digno. Sin embargo, nunca imaginó que un virus llegaría con tanta fuerza a América Latina, transformándose en una pandemia e impactando su nueva realidad.
“Salimos de Maracaibo a Chile junto a mi hija de 15 años, donde creímos que tendríamos un mejor pasar”, cuenta emocionada. Luego de una larga travesía por tierra, logró llegar a Santiago, pero dadas las condiciones que ya enfrentaba el país para ese entonces por el estallido social y, Maylin, de 35 años, no pudo encontrar trabajo. El invierno, que durante este año se ha caracterizado por abundantes lluvias y bajas temperaturas, y el avance del COVID-19 fueron empeorando su situación.
“Si no fuese por la casa de acogida de la Vicaría y ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, yo estaría viviendo en la calle, como tantas otras personas que no tienen refugio”, afirma. “Acá tenemos de todo. Nos tratan bien, la atención es buena, nos dan comida, nos protegen del frío”, agrega.
Al igual que Maylin, otras 74 personas en familias lideradas por mujeres están recibiendo apoyo en las dos residencias transitorias, creadas el año pasado por la Vicaría Pastoral Social Caritas y ACNUR en Chile.
Según detalla la jefa de la Oficina Nacional de ACNUR en Chile, Ana Ferrero, este proyecto, fue diseñado especialmente para acoger a niños, niñas y mujeres venezolanas refugiadas y migrantes. “Estamos muy contentos de aportar y realizar este trabajo colaborativo que se ha mantenido gracias a la dedicación de la Vicaría y de nuestros donantes, quienes incluso pudieron conocer las casas través de una visita virtual, realizada el 10 de junio”, destaca.
A través de esta visita, el proyecto fue conocido por la Embajada de Canadá en Chile. “Nos permitió entender un poco más las necesidades reales que tienen las personas refugiadas y ver la dedicación que existe para transformar sus vidas. Fomentar la inclusión y el respeto a la diversidad son valores fundamentales en nuestro país”, comentó la Embajadora de Canadá en Chile, Patricia Peña.
En el marco del Día de Canadá, el 1 de julio, y con apoyo de compañías canadienses en Chile, la Embajada hizo una donación que permite reforzar la asistencia en estos albergues. Maylin, quien reside en esta casa hace un mes, fue una de las beneficiarias. “Hemos recibido mucha ayuda, incluso cosas personales, lo que me ayuda a sentir que al menos tengo algo propio”, cuenta.
Ana Luis Muñoz, Coordinadora de una de las residencias señala que “la situación sanitaria actual ha truncado los proyectos de estas mujeres. Algunas han perdido su fuente laboral, otras han visto dificultados sus procesos de regulación de su situación en el país, por tanto, el aporte de la Embajada de Canadá, no sólo entrega ayuda material, sino que permite un mensaje de esperanza y compromiso desde la comunidad internacional con las personas refugiadas y migrantes”.
Maylin concluye agradeciendo el apoyo que existe en Chile hacia las personas refugiadas y migrantes. Cuenta que están recibiendo capacitación técnica para facilitar la incorporación de las mujeres al mundo laboral, lo que en un futuro les podría permitir tener su propio emprendimiento y aportar al desarrollo económico y social del país. “A mí me encantaría tener un salón de belleza”, dice orgullosa.
Chile es el tercer país de la región en recibir a refugiados y migrantes venezolanos. Cerca de 500.000 personas han tratado de restablecer sus vidas en este país y muchos de ellos necesitan protección legal y física, sobre todo en el contexto del COVID-19.
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