Dentro de los diversos fenómenos sociales que he podido observar en mi trayectoria laboral - y de vida- los que generan mayor impacto, preocupación y movilización social son aquellos que ponen al centro a las niñeces y juventudes. Qué duda cabe que se trata de un grupo etario que vivencia, de manera transversal, las mayores vulneraciones pues carece de visibilidad y vocería por sí mismos.
Como institución desde 1996 hasta el 2015 acompañamos decididamente la realidad de más de 10.500 niños, niñas y adolescentes trabajadores (NATS), incluyendo en ese proceso a sus familias, escuelas, comunidades locales, gobierno y organismos internacionales con el desafío de contribuir a la erradicación progresiva del mismo; situación que creíamos estaba más o menos resuelta.
El estallido social (2019), la pandemia COVID-19 que aún atravesamos y la crisis migratoria dificultan los avances sostenidos para alcanzar la meta 8.7 de los ODS que apuntan a erradicar cualquier forma de trabajo infantil al 2025 y el trabajo forzoso en 2030. A esto se suma que no contamos con datos actualizados sobre el fenómeno en nuestro país, ya que la encuesta de actividades de niños y niñas (EANNA 2012), no ha sido aplicada, quedándonos con el dato de que en el país existen 229 mil NNA ocupados, equivalentes al 6,9% de la población infantil.
En la última década, las desigualdades se han profundizado y somos conscientes de que las niñeces, verán afectados sus proyectos de vida por su situación socio-económica familiar. Comprender la desigualdad como causa del trabajo infantil es vital, pues la precariedad laboral del mundo adulto que rodea a los NNA, el acceso a la educación y a creencias y prácticas culturales influye en la prevalencia de trabajo infantil en sus núcleos familiares, reproduciendo tanto la pobreza como la necesidad de las familias de generar ingresos para su sustento económico, en ese contexto, el trabajo infantil y adolescente se presentaría como una solución.
Con estos elementos, estamos llamados a denunciar nuevamente este rostro de la pobreza y contribuir a la visibilización de la realidad de niños, niñas y adolescentes que hoy siguen trabajando. Este 12 de junio, conmemoramos un nuevo día contra el trabajo infantil y nos sumamos al llamamiento que la OIT hizo hace pocos días en su 5ta Conferencia Mundial sobre Trabajo Infantil, ya que se requiere fortalecer la protección social universal para su erradicación, aumentando la inversión en esta materia.
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