Estamos conmemorando un nuevo día internacional de la Mujer, que recuerda la muerte de 129 mujeres trabajadoras de una fábrica de Estados Unidos, quienes luchaban por sus derechos laborales, situación que se ha mantenido en el tiempo, enfatizando en la justa y necesaria participación de la mujer en la sociedad para nuestro desarrollo integral, en igualdad de derechos y dignidad por el solo hecho de ser personas.
La Vicaria, siempre preocupada de los derechos humanos y la dignidad de las personas, ha tenido una opción preferencial por las mujeres, interlocutoras prioritarias en los distintos programas y/o proyectos. Desde esos lugares hemos evidenciamos sus luchas, en el mundo sindical, como también en los efectos de la feminización de la pobreza, siendo ellas, adultas referentes y cuidadoras de otros (niños, niñas, jóvenes, personas mayores) a veces con pocas herramientas, las que pudieron ser arrebatadas por la violencia estructural que las excluye solo por ser mujeres o por las violencias de género ejercida contra ellas o por los efectos de prisionización en ellas y sus entornos.
Sin lugar a dudas, como mujeres aún nos tocará dar batallas, añorando siempre la tan anhelada igualdad, compartiendo responsabilidades en un mundo más justo para todos los seres humanos y como cristianos, avanzando en la construcción del Reino.
Sabemos que hay camino recorrido, por ello recordamos cada 8M a las pasadas generaciones de mujeres que fueron conquistando derechos para la igualdad de género; pero también sabemos que aún hay camino por recorrer, por las nuevas generaciones, por ello rescato un hito importante de esta misma semana, cuando asuma un nuevo gobierno paritario, que nos provoca al encuentro y diálogo entre los géneros y las generaciones, lo que me llena de esperanza, por esta mirada inclusiva e igualitaria que hoy se da para la construcción de nuestro país.
Con estas reflexiones, agradezco a Dios por ser mujer, de provenir de una familia matriarcal y trabajar en una institución donde las mujeres ejercemos nuestras profesiones con vocación, servicio y convicción, porque ser mujer hoy se vuelve un acto revolucionario y profético. Como señalé al inicio, citando a la poeta nicaragüense Gioconda Belli, “Y Dios me Hizo Mujer…. Todo lo creo suavemente… a martillazos de soplidos y taladrazos de amor… las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días, por las que me levanto orgullosa…”
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