Jueves 03 de Octubre, 2024

Mirar Nuestro Servicio Con Los Ojos De La Buena Noticia



Editorial de Jorge Martínez, encargado de asistencia humanitaria y del Centro de referencia Santa Mónica

El día 29 de septiembre la Iglesia celebró la 110° Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado en donde el Papa Francisco nos recuerda que somos un Pueblo de Dios que peregrina, como dice él somos “emigrantes hacia el Reino”. En este contexto queremos mirar el trabajo pastoral de la “Red integral de acompañamiento, asesoría y orientación a personas refugiadas y en necesidad de protección internacional”, no solo como un proyecto que entrega asistencias a las familias y apoya su proceso de integración local, sino que como parte de un gran proceso que viven miles de personas, que por razones de fuerza mayor han tenido que dejar su país de origen porque corren el riesgo de perder la vida. De ahí es bueno preguntarnos ¿podemos imaginarnos dejando a nuestros familiares, casa, todo lo construido con esfuerzo, para salvar la vida de quienes queremos? 

Muchas veces se dice en el Evangelio que Jesús sintió compasión, es decir, “padeció con” los otros, pero no es solo sufrir de manera empática, sino más aún, Jesús ve que el proyecto del Reino es humanizador, de plenitud, es volver a lo que el Padre siempre quiso desde el origen, y situaciones como la migración forzada, conlleva lo contrario; deshumanización y así se atenta directamente contra la dignidad de cada persona. Dios le dijo a Moisés: “¡He visto la opresión de mi pueblo en Egipto y conozco sus angustias!” (Ex 3,7) y es así que dirá el Papa en su mensaje de esta jornada Dios no sólo camina con su pueblo, sino también en su pueblo, en el sentido de que se identifica con los hombres y las mujeres en su caminar por la historia ―especialmente con los últimos, los pobres, los marginados―, como prolongación del misterio de la Encarnación”.

En este mismo contexto, pero en el año 2018, el Papa Francisco decía que “Durante mis primeros años de pontificado he manifestado en repetidas ocasiones cuánto me preocupa la triste situación de tantos emigrantes y refugiados que huyen de las guerras, de las persecuciones, de los desastres naturales y de la pobreza. Se trata indudablemente de un «signo de los tiempos»”. En esta misma alocución el Papa agregó 4 verbos que debieran articular nuestra acción pastoral: acoger, proteger, promover e integrar. Estos verbos se han transformado así en parte fundamental de este proyecto de acompañamiento.

Hoy podemos hablar de miles de personas, que en estos últimos tres años, han llegado a la vicaría luego de una larga travesía donde han pasado hambre, frío, muerte de familiares, han dormido en la calle por primera vez, han tenido que mendigar, les han robado sus pocas pertenencias y muchos de ellos, especialmente mujeres y niños, han pasado horribles vejaciones. En este contexto la primera acogida a las familias que tocan nuestras puertas es fundamental, y así lo han demostrado testimonios de muchas familias que nos han dicho que este es el primer lugar, en toda su ruta migratoria, donde los trataron bien, donde se sintieron queridos y no mirados en menos, donde les explicaron cosas que nunca nadie les dijo antes, se sintieron valorados. Así el proyecto se transforma en un lugar seguro para las familias que se encuentran en un mar de inestabilidades. 

En la parábola del samaritano no sólo hay que acercarse al herido, sino que también, al modo del buen samaritano, curamos las heridas y los subimos a la montura de la intervención integral. Aquí se entrecruzan los siguientes tres verbos. El proteger se conjuga en toda una serie de acciones en defensa de los derechos y de la dignidad de los emigrantes y refugiados, independientemente de su estatus migratorio”. En este sentido, al iniciar muchas veces se debe asegurar derechos y necesidades básicas que especialmente se ven en las líneas de asistencia humanitaria y en los primeros auxilios psicológicos, etc. Estos podríamos decir que son los primeros bálsamos, en donde a través de la contención psicológica, la entrega de un techo transitorio, ya sea por el alojamiento de emergencia o subsidio arriendo, se puede comenzar a sentir algo de tranquilidad.

Muchas otras familias, dependiendo de sus procesos, iniciarán caminos de integración acompañados por profesionales que estarán buscando que las familias tomen las riendas de sus procesos, sacando el rut de salud, vinculando al sistema escolar, derivando a redes externas, buscando así distintas estrategias para que las familias comiencen hacerse parte de nuestra sociedad. Como dice el Papa Francisco la integración se pone en el plano de las oportunidades de enriquecimiento intercultural generadas por la presencia de los emigrantes y refugiados”.

Por último, el verbo promover es entendido como “trabajar con el fin de que a todos los emigrantes y refugiados, así como a las comunidades que los acogen, se les dé la posibilidad de realizarse como personas en todas las dimensiones que componen la humanidad querida por el Creador”. Aquí, la línea de Medios de Vida juega un rol importante en los distintos niveles de integración que las familias van teniendo, ya que les entregará herramientas y recursos para que logren una mayor independencia y así por sus propios medios puedan subsistir.

En todos estos procesos hay apoyos transversales que se dan en las distintas etapas, por ejemplo, el Acompaña Hoy recibe a niños y niñas de familias, que para lograr trabajar, necesitan del apoyo en el cuidado de sus hijos. Por otro lado, el soporte en salud mental ayuda a estabilizar el proceso, a bajar los niveles de ansiedad que terminan haciendo que las personas puedan ir tomando sus propias decisiones y asumiendo su caminar. 

Todo lo hablado hasta el momento lo podemos ver en rostros concretos de familias al llegar a nuestros dispositivos, especialmente mujeres con su autoestima destruida, las cuales al terminar estos procesos salen renovadas, empoderadas, alegres, recuperando la vida. En esto podemos ver el misterio pascual del paso de la muerte a la vida.

Terminando esta reflexión quisiera reforzar que la evangelización explícita no es solo la que habla de la Palabra de Dios, sino especialmente la que hace vida el reino, haciendo la vida de las personas una Buena Noticia. En este contexto la Buena Nueva no son nuestros proyectos, que son meros instrumentos, sino que es la vida de las personas que se transforman en una Buena Noticia para el mundo, que da esperanza y muestra el amor de Dios, en donde eso es signo del Reinado de Dios en medio nuestro.

 


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